A pesar de los esfuerzos de OPEP+ por elevar los precios del petróleo, los resultados han sido decepcionantes, con un aumento mínimo en el último año.
La confianza en el suministro de petróleo a largo plazo ha llevado a que los inversores sean menos preocupados por posibles escaseces, lo que afecta los precios actuales.
A pesar de las predicciones de un déficit en el mercado de petróleo en la segunda mitad de este año, la perspectiva a medio plazo sugiere un crecimiento más lento en la demanda y un aumento en la capacidad de producción.
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados, conocidos como OPEP+, han estado trabajando arduamente para elevar los precios del petróleo en los últimos 10 meses. Sin embargo, los resultados han sido menos favorables de lo esperado. A pesar de los recortes en la producción y la retención de barriles del mercado, los precios han experimentado un crecimiento mínimo.
Los desafíos de OPEP+ y la falta de retorno
Aunque OPEP+ ha reducido la producción desde octubre, cuando el precio del petróleo Brent era de alrededor de $85 por barril, actualmente se sitúa en alrededor de $75 por barril. En agosto, el grupo OPEP+ retendrá más de 5 millones de barriles al día, con Arabia Saudita reduciendo su producción a 9 millones de barriles al día, el nivel más bajo en más de una década, exceptuando la disminución durante la pandemia de COVID-19.
A pesar de todos los esfuerzos, el retorno no ha sido satisfactorio. Aunque se espera que los precios del petróleo puedan aumentar en los próximos meses debido a pronósticos de un déficit en el mercado en la segunda mitad del año, los inversores muestran una falta de confianza en el mensaje de escasez de OPEP+.
La perspectiva a medio plazo y el suministro de petróleo
La Agencia Internacional de Energía (AIE) ha presentado una perspectiva más benigna para los próximos años. La desaceleración en el crecimiento de la demanda mundial de petróleo durante el período de 2022-2028 se debe a avances en la transición energética y al aumento de la capacidad de producción en países como Guyana, Brasil y Estados Unidos. Además, se espera que la demanda de petróleo apenas crezca o incluso comience a disminuir hacia finales de la década.
Este panorama contrasta con la época en que los precios del petróleo rondaban los $100 por barril, entre los años 2005 y 2014, cuando el rápido crecimiento de la demanda en China y otros países en desarrollo generaba temores reales de escasez. Sin embargo, esa preocupación estimuló el mercado y mantuvo los precios elevados, incluso sin amenazas inmediatas de escasez. Con el tiempo, los altos precios impulsaron el auge del shale oil en Estados Unidos y otras fuentes de suministro.
En la actualidad, es más difícil visualizar una escasez estructural en el suministro de petróleo a largo plazo, lo que afecta la confianza de los inversores y, en última instancia, los precios actuales del crudo. Aunque pueden surgir periodos de ajuste en el mercado, como se vivió el año pasado con la invasión de Ucrania por parte de Rusia, la creencia generalizada es que habrá suficiente petróleo disponible en el futuro previsible.
Para OPEP+ esto representa un problema, ya que la percepción del suministro a largo plazo tiene un impacto directo en los precios actuales. Si los inversores y operadores financieros se mantienen relajados respecto al panorama de suministro a largo plazo, esto inevitablemente se traduce en precios más bajos en el presente.
Aunque factores de corto plazo, como temores de recesión, una recuperación china lenta tras la pandemia o preocupaciones sobre la inflación, también influyen en la falta de dinamismo en los precios del petróleo en 2023, es la falta de temor a largo plazo lo que marca la diferencia. Este cambio de mentalidad debería preocupar aún más a OPEP+.